Manchita se
acomodó en el sofá, tenía entre sus manos uno de los regalos de Reyes que más
le había gustado, una caja con un montón de cuadros de un pintor que se llama
Joan Miró.
Abrió la caja con mucho cuidado y fue sacando cuadro a cuadro. Se
emocionó mucho porque en ellos veía pájaros, insectos, estrellas, ojos,
piedras… Manchita sabía mirar de una forma especial, pero cuando sacó un cuadro
que era casi todo azul, se puso a temblar de frío y eso que ella sabía que ese
azul era un mar muy querido por Joan Miró, el mar Mediterráneo. Se tapó con una
manta y el calorcito empezó a colarse entre sus hilos de lana, –voy a seguir
disfrutando- se dijo. Al cabo de un momento volvió a sacar otro cuadro azul y
entonces sus hilos de lana se erizaron y saltó del sofá, rodó por el suelo
hasta que encontró su gorro, volvió al sofá y se envolvió en su manta. Ya con
miedo cogió el siguiente cuadro -¡Oh no, azul!- gritó- y se tuvo que poner la
bufanda que había dejado encima de la mesa. Con manta, gorro y bufanda estuvo
un buen rato hasta que dejó de tiritar. Manchita estaba toda extrañada, los
cuadros le gustaban mucho pero le hacían temblar. Ella sabía tanto de pintura
que con todos sus colores se puso a
pensar y a pensar a ver que sucedía y de repente…, gritó – ¡ya está, el azul es
un color frío, para mi es el color del invierno!
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